Desafiando la Estructura Energética: Una Pequeña Comunidad Muestra Cómo la Energía Solar Podría Transformar Puerto Rico

La Barbería Pérez vuelve a trabajar gracias a la instalación de placas solares por Casa Pueblo. Photo: Kathleen Centeno

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La costumbre de las barberías y los salones de belleza de no ofrecer sus servicios los lunes para descansar no aplica a la Barbería Pérez en Adjuntas, municipio de casi 20 mil habitantes ubicado en el centro de Puerto Rico. En este pequeño negocio de más de cuatro décadas de fundación, ni la falta de agua, ni la pérdida de luz eléctrica lograron silenciar las máquinas de cortar cabello o suspender el servicio para las decenas de personas que recurren al lugar con regularidad.

A pesar de que el huracán María destruyó la antigua infraestructura eléctrica de Puerto Rico, dejando a la mayoría de la población sin electricidad por meses y a miles sin servicio hasta el día de hoy, Pérez vio su barbería volver a nacer gracias a la ayuda de Casa Pueblo, una iniciativa de gestión comunitaria que le ofreció instalar energía solar en su negocio.

“Después de que Casa Pueblo me puso la placa solar, no he tenido problema. Trabajo todo el tiempo”, dijo Wilfredo Pérez, dueño del establecimiento.

Con el sonido de un televisor de fondo, Pérez cuenta que la energía solar no solo ha reducido sus cuentas eléctricas prácticamente a cero, sino que además le ha agregado valor a su negocio.

“Vienen personas de todas partes y averiguan cómo trabajo”, dijo Pérez. “Me preguntan si pueden entrar a ver cómo se ve el sistema y dicen que están interesados en hacer eso en la casa de ellos”.

El 20 de septiembre de 2017, el huracán María dejó en el suelo casi el 80 por ciento de las líneas de distribución de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y a ciertas localidades de Puerto Rico sin luz por meses. Como resultado, la mayoría de los negocios tuvo que cerrar, hospitales tuvieron contratiempos para atender a pacientes y el país se quedó a oscuras. Pero en medio de la oscuridad, la organización medioambiental Casa Pueblo brilló con energía propia, alumbrando hogares y negocios como el de Pérez e iniciando un debate adentro y afuera de la isla sobre la viabilidad de la energía solar como una alternativa de energía sustentable.

Casa Pueblo; photo: Kathleen Centeno

Casa Pueblo fue fundada en 1980 en oposición a proyectos mineros que amenazaban la ecología local. En 1999, el grupo instaló 35 paneles fotovoltaicos, un regulador de carga, 12 baterías y un convertidor de corriente en la antigua casona incrustada en el casco urbano de Adjuntas que remodelaron a mediados de los ochenta. La electricidad generada es transferida a las baterías donde es acumulada para uso posterior, según se requiera. El sistema le ha permitido a la organización generar su propia electricidad, sin tener que depender de la red nacional de la AEE, a diferencia de más de 10 mil residencias con paneles solares en la Isla que al no contar con baterías, quedaron en la oscuridad tras el huracán.

“Nosotros estamos preparados desde antes de María”, dijo Alexis Massol González, ingeniero civil y ambientalista de 74 años, cofundador de la organización. “Casa Pueblo, después de la emergencia, se convirtió en un oasis energético. La gente venía aquí a darse terapias y diálisis”.

Luego del huracán, Casa Pueblo distribuyó 14 mil lámparas solares iluminando el 70 por ciento de las casas y negocios de Adjuntas. Al momento, han conseguido energizar 10 casas con sistema de paneles fotovoltaicos y están en el proceso de lograr que más de 50 hogares tengan autosuficiencia energética, es decir que funcionen con un 100 por ciento de energía solar. Además diseñaron 54 pequeñas neveras solares de 12V para 10 familias que necesitaban mantener medicamentos refrigerados, lo que les permitió continuar con sus terapias respiratorias o de diálisis.

“Esto era un asunto de vida o muerte”, dijo Massol. “Las carreteras estaban cerradas, no había posibilidad de llegar a los hospitales… La situación estaba bien complicada. Ese proyecto le salvó la vida a esas personas”.

Casa Pueblo también distribuyó neveras solares en pequeños colmados en zonas remotas permitiéndoles a los residentes mantener alimentos refrigerados. La organización entregó lámparas solares en Utuado, Jayuya, Humacao, Loíza, Vieques y Salinas. Además de 200 toldos para techumbre, alrededor de 1.500 filtros de agua para quienes no contaban con agua potable y acceso a telefonía satelital para los miles de puertorriqueños que quedaron sin señal para usar sus teléfonos celulares.

El abrazo de la diáspora

Rodeada de montañas y verdor, Casa Pueblo se posiciona como un corazón para el pueblo de Adjuntas. Estudiantes, niños, visitantes locales y turistas frecuentan la casa de fachada rosada que cuenta con salas de reuniones y exposiciones, una biblioteca, una tienda artesanal, un salón de antigüedades, un jardín hidropónico, un mariposario, una estación de radio y un cine —  todo operado con energía solar. En el salón principal de la casa, neveras solares y baterías, premios ambientales y portadas de periódicos que narran la lucha comunitaria de la iniciativa se exhiben como trofeos.

Desde ahí, Massol relata cómo los puertorriqueños viviendo en el continente abrazaron la iniciativa permitiéndole a Casa Pueblo ampliar su ayuda.

“Logramos a través de la diáspora puertorriqueña hacer un acuerdo de colaboración con instituciones norteamericanas con centros culturales de Nueva Jersey, Chicago y muchos lugares”, dijo Massol.

Una de las primeras en responder al llamado fue Marian Cabanillas, de la organización Texas United for Puerto Rico. El grupo de boricuas juntó a profesionales en el área de la medicina y empezó a reunir más de dos millones de dólares en medicamentos, lámparas solares y hasta equipo para operar a pacientes que lo necesitaran.

“Comenzamos rápido después del huracán”, dijo Cabanillas al teléfono desde Texas. “Pedimos a las personas que nos enviaran las ayudas y rápido se llenó mi casa [en Houston]. La gente respondió tan bien que hasta me llegaron paletas de suministros para Puerto Rico”.

Cuando la casa de Cabanillas se hizo pequeña, el grupo recurrió a un almacén en la ciudad para guardar lo recaudado y hacer los envíos a Puerto Rico. Esto no fue fácil, ya que con la inestabilidad del correo tradicional les preocupaba que las cosas llegaran a manos de quienes realmente lo necesitaban. Finalmente enviaron trece aviones pequeños y dos de carga durante tres meses.

Casa Pueblo ha diseñado modelos de neveras energizadas por el sol; photo: Lillian Agosto Maldonado

“Tenía que estar siempre presente uno de los miembros de la organización en el avión y Arturo Massol [de Casa Pueblo] en el aeropuerto listo para recibir los suministros”, dijo Cabanillas.

La organización también creó un fondo para ayudar a empresas pequeñas y para construir casas en Puerto Rico.

“Aunque viví solamente tres años en Puerto Rico, mis papás siempre me enseñaron a amar mi país de origen y a verme como puertorriqueña”, dijo Cabanillas. “Sentimos la necesidad de ayudar a nuestro país”.

Entre otras organizaciones que han colaborado con Casa Pueblo desde Estados Unidos continental están Sierra Club, Grassroots Boston, JPB Foundation, Fundaciones David Galarza NY y algunas universidades. En la Isla, organizaciones nacionales como Puerto Rico Recovery Fund y Resilient Power Puerto Rico también han colaborado.

Energía solar como alternativa sustentable

El inmenso impacto económico y social causado por las fallas en la red de electricidad nacional tras el huracán María ha llevado a muchos a plantearse si la energía tradicional responde a las necesidades de la Isla. Y luego de observar lo que ha logrado Casa Pueblo en medio de uno de los apagones más grande de la historia, muchos ven la energía del sol y la independencia energética como una alternativa más viable y sustentable.

Javier De Jesús Martínez, arquitecto y diseñador, director del Centro de Innovación Colaborativa Neeuko de la Universidad del Sagrado Corazón (USC), dijo que Casa Pueblo siempre ha sido un proyecto visionario.

“Pareciera que están hablando de un asunto que está a años luz, pero son cosas, problemas o oportunidades que vamos a atender directamente [en el presente o en un futuro cercano]”, dijo De Jesús. “Más que innovador, [Casa Pueblo] es un precursor”.

Maribel Hernández, guía en Casa Pueblo, muestra una de las bombillas solares que distribuyeron en Adjuntas; photo: Kathleen Centeno

En los últimos años Casa Pueblo ha liderado proyectos como el Posterriqueño, un sistema de iluminación pública con lámparas LED que reducen el consumo eléctrico en un 55 por ciento comparado con una tradicional; Radio Casa Pueblo, una radio comunitaria y ecológica; modelos de conservación del bosque y de economía sustentable como Café Madre Isla.

Luego de que el huracán María colapsara el modelo energético obsoleto de la Isla, Casa Pueblo se ha puesto como meta lograr que la mitad de la energía consumida en la Isla sea producida por el sol, reemplazando a combustibles fósiles. La organización busca además crear microredes eléctricas, donde vecindarios enteros puedan generar su propia energía, independiente de la inestabilidad de la red eléctrica nacional de la AEE.

Ellos se aferraron a re-energizar el país e identificaron cómo podemos llevar el proyecto [de la energía solar] a un lugar rural”, dijo De Jesús. “Ese modelo de Casa Pueblo, que han sido capaces de poner en sitio desde la diáspora con las lámparas y neveras, crea un nuevo sistema descentralizado con capacidad de replicarse y que puede ser financiado pedazo a pedazo, sin grandes inversiones, revirtiendo el sistema”.

La propuesta de Casa Pueblo, añadió De Jesús, es diversificar la estructura energética y mostrarle al puertorriqueño que esto es una oportunidad.

“Casa Pueblo es un espacio de comunicación, de encuentros comunitarios y educativos”, dijo De Jesús. “No es simplemente tener esa energía solar, es usarla para que los puertorriqueños tengan un espacio donde encontrarse y verse”.

Toma un pequeño video tour de Casa Pueblo

“Al aire” gracias al sol

Caminando por el pasillo central de Casa Pueblo, se visualiza una estructura en el patio trasero, justo al lado del mariposario de la propiedad. Desde afuera, a través de cristales, un hombre sonríe y disfruta música tropical mientras es visto por quienes visitan Radio Casa Pueblo 1020AM.

La emisora, energizada con el único transmisor de radio a energía solar que hay en Puerto Rico, mantuvo informada a la comunidad en la zona montañosa antes, durante y después de la emergencia.

El mariposario de Casa Pueblo está ubicado en la parte posterior del lugar; photo: Lillian Agosto Maldonado

Para Osvaldo Santiago Robles, locutor y productor en la emisora desde hace 10 años, esta fue una experiencia histórica. Aunque no era la primera vez que se trasnochaba en una estación radial, el locutor dijo que experimentó la mágica sensación de estar al aire cuando otras emisoras no podían.

“No había nada ni nadie reportando. La emisora estuvo al aire todo el tiempo”, dijo Santiago Robles. “Teníamos energía [solar] para estar en el aire tres días corridos”.

Santiago Robles, amante de la bachata, la salsa y hasta el reguetón, dijo que la radio solar permitió no solo informar a su comunidad en medio de la emergencia, sino que también compartir un poco de alegría a través de la música.

“Como dicen, un país sin música es un país sin alma porque la música es el alma de todos los pueblos”, dijo nostálgico y esperanzado.

El éxito de la radio, llevó a Casa Pueblo a abrir el primer cine solar de Puerto Rico el pasado mes de abril. La sala, ubicada en uno de los espacios de la casona, tiene 71 butacas, pantalla grande, proyección de alta definición y sistema de sonido Dolby.

Maribel Hernández, guía en Casa Pueblo, dijo que el cine busca entregar un espacio de esparcimiento y diversión.

“Con la energía solar hemos logrado evolucionar con nuestra lucha [ambiental] y llevarla a otro nivel”, dijo Hernández.

Desde entonces se han mostrado películas como el documental “Nuyorican Básquet”, dramática historia del Equipo Nacional de Baloncesto de Puerto Rico de 1979, cuyos jugadores eran en su mayoría nacidos o criados en Nueva York. En mayo, la cartelera incluyó un documental sobre la medioambientalista Berta Cáceres.

Mientras, la AEE enfrenta la crisis con 14 mil millones de dólares de deuda y operando con una infraestructura casi tres veces más anticuada que el promedio de la industria. En mayo, el nuevo director ejecutivo de la AEE dijo que la agencia pública adoptará el estándar nacional estadounidense para diseñar y reconstruir la red energética de la Isla después del huracán María. Cerca de dos billones de dólares de los fondos de recuperación están destinados a reconstruir la red energética. Sólo 36 millones de dólares se utilizarán para desarrollar proyectos de energía renovable, según el plan de utilización de los nuevos fondos federales para la reconstrucción de la Isla presentado por el gobernador Ricardo Rosselló.

A casi ocho meses del huracán, a mediados de mayo, más de 16 mil residentes continuaba sin energía eléctrica en Puerto Rico y el resto aún sufre apagones constantes. Mientras, Casa Pueblo mantiene su sede en Adjuntas abierta día a día, ofreciendo servicios básicos, educación y entretenimiento independiente de las fallas energéticas de la red nacional, como un oasis energético.

Las estudiantes de periodismo, Kathleen Centeno y Imalay Cruz, colaboraron en esta historia. Kathleen Centeno tiene un bachillerato en periodismo de la Universidad del Sagrado Corazón (USC). Imalay Cruz es estudiante de periodismo en la Universidad del Sagrado Corazón (USC) con una concentración menor en psicología y música.

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AboutLillian Agosto Maldonado
Lillian E. Agosto Maldonado is an independent journalist in Puerto Rico and the United States, a digital strategist and university professor. She has a bachelor's degree in Information and Journalism from the University of Puerto Rico, and a master's degree in Puerto Rican and Caribbean Studies at the Center for Advanced Studies in Puerto Rico and the Caribbean in Old San Juan. Her thesis was on Social integration to digital journalism in Puerto Rico: the case of Primera Hora, 2000-2010. She has been a multimedia and technology reporter for Primera Hora and ÍNDICE of GFR Media in Puerto Rico. She has also collaborated with journalism organizations such as the National Association of Hispanic Journalists, as a student and as a mentor; and the International Center for Journalists. Since 2013, she has been teaching at Universidad del Sagrado Corazón in San Juan, offering specialized courses in digital journalism, radio and TV media writing, entrepreneurship and publishing. She also works as an independent journalist, editor, adviser and strategist of virtual communities such as Cambio en Clave- a salsa dancing project on the island; Lote 23, a gastronomic park in Santurce (San Juan, Puerto Rico); and Buena Vibra, a advertising agency’s multimedia platform.